¿Deberíamos reducir el consumo de carne?
Comentarios políticos aparte, de los que hemos oído recientemente en televisión, la respuesta corta es sí. El fin del consumo de la carne tal como la hemos conocido hasta ahora, ha llegado.
Ahora bien, haremos matices sobre ello, y explicaremos el porqué de esta situación.
El primer punto al que haremos mención, es a la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, que se generan en la industria ganadera industrial (procesada).
Aquí haremos distinción entre los gases que se originan de manera directa en el proceso de la ganadería en sí, como los que se generan de manera indirecta, por el uso de productos químicos y fertilizantes qué se utilizan colateralmente en todo este proceso.
Según fuentes de Greenpeace, para que os hagáis una idea, la ganadería industrial genera tantos gases de efecto invernadero, como el que generan todos los coches, trenes, barcos, y aviones juntos en todo el mundo.
Cómo podéis ver, es una barbaridad. Hay países que empiezan a optar tímidamente por automóviles híbridos y eléctricos, para bajar “algo” estos niveles, y sin embargo, solo con la ganadería, tienes el 100% de todos los gases que emiten todos los medios de transporte de todo el mundo.
Si a esta cantidad de gases de efecto invernadero que se genera solo por este hecho, le sumamos la cantidad de terreno que hay que deforestar para cultivar pienso para la ganadería, eliminamos cantidad ingente de terreno arbolado que ayudaba a contrarrestar esos gases.
Así que por una parte generamos barbaridades de CO2, metano, y óxido nitroso, y por otra eliminamos bosques qué paliaban parcialmente esta situación. O sea, un 2X1 negativo.
Toda esta situación no es nueva, existe desde que el mundo es mundo.
Solo que cuando empezó el mundo a ser mundo y hasta principios del siglo 20, los recursos del planeta estaban de una manera u otra, balanceados.
Pero con las cifras actuales de población, aumentando exponencialmente década a década, al día de hoy, ya es insostenible esta situación.
Y sobre todo mirando a futuro, a dentro de unos años cuando nuestros hijos sean mayores, y la población haya vuelto a aumentar de nuevo, estos niveles van a ser absolutamente insostenibles hablando exclusivamente del desastre medioambiental que se nos avecina.
Consecuencias de la producción industrial, y el excesivo consumo de carne.
Por otra parte, el consumo de carne de manera industrializada, que es la que consumimos de manera diaria, es bastante poco saludable, por varios motivos.
El primero que comentaré, que es uno que suele pasar desapercibido, es que la mayor parte de la carne que consumimos está contaminada con antibióticos que en su día se dieron al ganado por las enfermedades que han ido teniendo.
Finalmente esos antibióticos pasan al resto de la cadena alimentaria, hasta que llegan a nuestro plato, y de ahí a nuestros estómagos.
Esto hace que entre otras cosas, el cuerpo vaya habituándose a está ingesta de antibióticos, de tal manera que acaba desarrollando resistencia a estos medicamentos.
Con lo que, cuando nosotros los tomamos por necesidad, no tienen la misma eficacia.
Ya hace tiempo que la OMS, ha señalado a la carne procesada como factor de alto riesgo cancerígeno para los humanos. Y la carne roja, que la trata de manera independiente, cómo altamente probable de riesgo igualmente cancerígeno.
Todo esto aparte de la evidente enfermedad que podemos desarrollar, apunta además directamente al sobrepeso y a enfermedades cardiovasculares.
Otra situación que nos encontramos con la ganadería procesada, o industrial, es que la ganadería, necesita ingentes cantidades de agua.
Hay que tener en cuenta que en el mundo hay millones de cabezas de ganado, que necesitan unos 70 litros de agua al día.
Al final, haciendo un cálculo, el resultado es que para producir un kilo de carne, se necesitan aproximadamente 15.000 litros de agua.
Cada cabeza de ganado consume unos 70 litros de agua al día, que los tendríamos que multiplicar por 365 días que tiene el año, y por todos los años de vida que tenga el animal, hasta que se lleva a su procesamiento.
Vuelvo a repetir, 15.000 litros de agua por kilo de carne que consumimos.
Hasta aquí, solo con la cantidad de terreno que hay que deforestar, talando árboles para cultivar pienso para ganado, más la cantidad de CO2 que se produce en todo el proceso cárnico, más la abismal cantidad de agua, serían motivos suficientes para tomar la determinación, que por otra parte es inexorable, de dejar de consumir carne de manera diaria tal y como la conocemos hasta el día de hoy.
Si a esto le sumamos lo que ya hemos mencionado antes, de los niveles de antibióticos que ingerimos inconscientemente en este proceso, más los resultados que ya conocemos de problemas cardiovasculares y de sobrepeso, que afectan sobre nuestra salud, da respuesta a la pregunta que iniciamos en este artículo. El fin de los días de la carne.
Por cierto, los recursos sanitarios que utilizamos por los problemas de salud asociados al consumo del exceso de carne, es otra razón de peso, sumada a las anteriormente mencionadas, que nos empujan a una nueva forma de alimentarnos a partir de ahora, que ya ha comenzado, queramos o no.
¿Que nos espera a partir de ahora?
Pues dará para hablar mucho en los telediarios, y en los programas de entretenimiento de la televisión. Pero igual que os decía que poco podemos hacer para evitar el fin de la carne como lo conocemos al día de hoy, poco podremos hacer para elegir las opciones que tendremos, puesto que nos vendrán igualmente dadas. Y aquí os menciono las dos alternativas que habrá. No tendrás que elegir entre una de ellas, sino que las dos serán tus opciones en el día a día
Empezaremos por las más novedosas en Europa, aunque ya llevan años como plato habitual en la cultura asiática.
Las primeras son las algas. Que las podemos considerar como las verduras del mar. Son ricas en proteínas, en vitaminas, en minerales, tienen bastante fibra, y son muy poco calóricas. Además entre sus propiedades están la de controlar los niveles de colesterol, y por la fibra que tienen, facilitan el tránsito intestinal.
Los segundos serían los insectos.
Estos, al principio de introducirlos en el mercado, serán los que probablemente generarán mayor rechazo.
Porque al igual que las algas podíamos equipararlas a las verduras, los insectos son completamente nuevos para nosotros.
Pero, hay que tener en cuenta, que al final, su consumo no va a ser tal como los conocemos.
No los consumiremos de manera individual cómo hacemos por ejemplo con las gambas.
Lo habitual con esta fuente de alimento, los insectos, será triturarlos y hacer una pasta con ellos, con la que haremos algún tipo de harina, o elaboraciones como un pastel de verduras en la que la masa se ha hecho con la trituración de los insectos, fusionándose finalmente con las verduras.
Acabamos de hablar de dos opciones novedosas, que serían las algas y los insectos.
Y estas dos, se combinarán con las que actualmente ya existen en el mercado, y lo único que tenemos que hacer es potenciarlas para que con los nutrientes que tienen, acaben siendo las verdaderas alternativas a la proteína de la carne.
Aquí estoy hablando de los alimentos de origen vegetal, como los cereales enteros, y sobre todo las legumbres.
Siempre se nos ha dicho, desde la industria alimentaria, y nunca desmentido por los diferentes ministerios de agricultura pesca y alimentación, que no existe ningún alimento con la cantidad necesaria de proteínas que nos proporciona la carne. Eso, es absolutamente falso. Y aquí os paso unas cifras, para qué lo entendáis.
Por ejemplo, los pescados suelen tener una media de 17 % de proteínas. Las carnes, una media del 20 % de proteínas, y por ejemplo, las lentejas tienen un 25 % de proteínas, las alubias un 23%, los garbanzos un 22%, y la reina de todas las legumbres, la soja, un 36%. Además la soja, tiene todos los aminoácidos esenciales. Una joya que ya está siendo introducida hace tiempo en los mercados europeos, y que le auguro un boom extra en los próximos años.
Además, como complemento en ensaladas y otras comidas que preparemos, podemos añadir semillas de lino, de cáñamo, de chía, y de sésamo. Todas por encima del 20 % de proteína.
Y si además incorporamos un pequeño puñadito de frutos secos naturales por la mañana, y otro por la tarde, estamos añadiendo en casi todos ellos otro 20 % más de proteína. Hablo de las nueces por encima de todas, las avellanas, las almendras, los piñones…
Como vemos, las alternativas son muchas, y todas existen ya en los mercados. No hay que inventar ni desarrollar nada.
Simplemente, y de manera paulatina, pero inexorable como he comentado al principio, iremos sustituyendo la carne, por más consumo de legumbres, cereales enteros, frutos secos y semillas, y todo lo que nos llega de Oriente, como las algas y los insectos, que como ya comentaba antes, simplemente serán triturados, y con esa pasta haremos harinas, o la base con la que preparemos el resto de las comidas.
Tenemos que adaptarnos a la realidad de esta situación, de una superpoblación en el planeta, y de un consumo exagerado de recursos que necesitamos para seguir produciendo la carne como actualmente la conocemos.
Hablo de un consumo ingente de agua, producción exagerada de CO2, y una devastadora deforestación del planeta.
Pero no os preocupéis, que cada problema tiene su solución. Y en este caso la tenemos ya a nuestro alcance, cómo son las legumbres, los cereales enteros, las algas, y los insectos.
Salud, y bon appétit.